105 – «Dépêche Vétérinaire» en español.
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El acto de osteopatía está en la medicina lo que es el baile a la anatomía o bien todavía lo que es la enología a la química de la uva o a la cultura de la viña.

Es decir que está próxima de la medicina sin estarlo. La osteopatía es un arte por ejemplo como el baile que necesita el trabajo de ensayo sobre técnicas corporales para cumplir un movimiento que es trascendido y sobrepasado por la rectitud de la expresión gestual que se traduce por una gracia que no escapa del espectador atento y que el bailarín siente en su cuerpo como consumado.

En el baile el lazo es entre el bailarín y el espectador. En osteopatía el «bailarín» es el practicante unido a los tejidos y a la estructura del paciente, el «espectador» la percepción interna.

El médico (veterinario) observa y analiza anatómicamente las estructuras corporales, razona su fisiología celular, tisular, orgánica, neurológica y psicológica a través de los conocimientos científicos comúnmente admitidos.

Puede valerse de exámenes complementarios (estampería, análisis biológicos). Razona, reflexiona y establece un diagnóstico compatible con una entidad clínica reconocida por el corpus médico.

Los practicantes establecen en el corazón de su acto médico y en la relación a su paciente una «impresión», un «sentimiento», un » grado de convicción » que acompaña su diagnóstico.

Se trata allí del «sentido clínico » que el nuevo practicante posee poco al contrario del antiguo que les experimentó a sus costas o a los del paciente las discordancias entre estas dos laderas del diagnóstico médico: la percepción de la viviente y el análisis de los signos clínicos. En materia de biomecánica neuro-musculo-articular y en las disfunciones neuro fisiológicas viscerales, existe un faldón importante de casos clínicos que expresa disfunciones sin lesiones y que escapa de la observación instrumental de la medicina.

En estos últimos casos » el sentido clínico » del practicante tiene todo su valor, su riqueza y su nobleza. En efecto debe reponer en la escucha del paciente y la percepción de todos los signos expresados por el » cuerpo enfermo «.

Es aquí dónde el practicante (veterinario para lo que nos interesa en este caso) es, debe ser o puede hacerse «osteópata». Debe haber roto su percepción a otro aprendizaje: la escucha del » cuerpo enfermo » en el silencio de un lazo entre el paciente y él, que está en tránsito por su percepción manual.

Si, si, es posible. Más allá de aquel de lo que se enteró en sus estudios universitarios escolares actuales (que no puede olvidar), es pasado por un modo de percepción-palpación proprio de la enseñanza ostéopatica y que le permitió enriquecer su sentido clínico.

La enseñanza de la osteopatía desarrolla a técnicas de manipulación que reponen en conocimientos neuromusculares y anatómicos así como en conocimientos y conceptos de biomecánica (tensegridad, fuerza de tracción medular) y del » movimiento respiratorio primario «. Esta enseñanza aprende y desarrolla las nociones objetivas y subjetivas de la percepción manual y el modo de reintegrarlos a un modelo fisiológico o patológico.

El aprendizaje de la osteopatía le permite al practicante extender su sentido clínico y enriquecer su panel terapéutico. Sin embargo, tiempo es necesario para el aprendizaje de la osteopatía para integrar una modificación de sus paradigmas en su visión de la salud y de la enfermedad.

Actualmente las formaciones son esencialmente post universitarias. Cuando la profesión querría proclamar al veterinario como el derechohabiente a la osteopatía, sería urgente que las escuelas veterinarias integran esta disciplina en sus estudios universitarios.


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